Resulta que al hombre que mejor entendió las máquinas cuando todo eran guitarras, al gran profeta de la revolución digital, lo que más le gusta es cantar en una coral. A capela. Cuando ya había diseñado a los Roxy Music más sintéticos y se había largado a Nueva York para sentar las bases de unos renovados Talking Heads, después de trabajar con Bowie o John Cale, disfrutaba escapándose a Brooklyn a cantar en un coro de gospel donde era el único blanco.
“Hope is not the conviction that something will turn out well, but the certainty that something makes sense, regardless of how it turns out.”
Sunday, 5 May 2013
Sunday, 21 April 2013
Thomas Mann (1875-1955) terminó Los Buddenbrook, su primera novela de larga extensión, en la primavera del año 1900, “después de dos años de trabajo frecuentemente interrumpido”, según recuerda en su breve autobiografía “Relato de mi vida”. Apenas cuatro años antes había decidido abrazar el oficio de escritor. El éxito obtenido por un rotundo primer relato, “La caída” (1894), le animó a ello. Era un estudiante desaplicado y la generosa asignación mensual obtenida de la liquidación del negocio familiar tras la muerte de su padre le permitía vivir como bohemio, a veces en Múnich y, otras, en Italia. Después de otra narración meritoria, “La voluntad de ser feliz”, apareció esa pequeña joya que es “El pequeño señor Friedemann”, un relato de mayor extensión que los precedentes, aceptado por la prestigiosa revista cultural Neue deutsche Rundschau, de la berlinesa casa editorial Fischer. Fue a raíz de esta obrita que el avispado Samuel Fischer, advirtiendo el talento del joven literato, lo animó a que compusiera una novela, con la promesa de publicársela bajo su sello editorial.
Danse Macabre
Sergei Yurevich Filin, a man of early middle age and improbable beauty, sat behind the wheel of his car on a winter night driving toward home. It was 10 degrees Fahrenheit in the center of Moscow, a light snow in the air, snow on the rooftops, snow piled up in the lanes. Traffic was thick but brisk. Nearby, spotlights illuminated the Kremlin towers. Laughing skaters sliced along a vast rink set up for the season on Red Square. An immense white inflatable dome encased Lenin’s Tomb, sealing it off for structural repairs. Muscovites joked that the eternal resting place of their discredited forefather now looked like Chernobyl’s Reactor No. 4.
Steve Carell and the meticulous art of spontaneity
What’s the smartest way to play dumb? Steve Carell carries that question around like a portable chessboard. One evening in December, he sat at a huge dining table on Stage 18 of the Paramount Studios lot, ruminating. His challenge for the next scene, part of a chaotic banquet sequence that ends the comedy “Dinner for Schmucks,” was to give the director at least five different takes—each one spontaneous, funny, and original—without ever stepping out of character. Carell was playing Barry, a sweet, beamish misfit who builds dioramas using taxidermized mice. Barry’s new pal, Tim (Paul Rudd), a silver-tongued financial analyst, has invited Barry to his boss’s house for a company dinner where everyone brings a schmuck for the execs to mock. Among the other oddballs present are a ventriloquist with a promiscuous dummy and a vulture trainer with a baleful-looking bird. The schmucks all believe it’s a “dinner for winners.”
Friday, 19 April 2013
Kjartan Flogstad
Kjartan Flogstad (Sauda, 1944) forma parte de un grupo de escritores noruegos que siguen sorprendiendo al mundo por su alta calidad literaria y temática, acompañada de una crítica reflexiva. Reconocen que Jostein Gaarder, con El mundo de Sofía, puso a Noruega en el mapa literario mundial. Herederos de Henrik Ibsen y Knut Hamsun, están dotados de una gran sensibilidad para transparentar la belleza, el enigma y los desvelos en los micromundos íntimos del ser humano actual y de las resonancias de lo personal en lo colectivo y viceversa.
Monday, 15 April 2013
Ein Maestro ohne Allüren
Wären all jene musikalischen Talente, denen man die Aufnahme an ein Konservatorium verweigert hat oder mangelnde Begabung attestierte, dadurch entmutigt worden und hätten sich, wie man früher so schön zu sagen pflegte, für einen Brotberuf entschieden - die Welt der Musik wäre um einige ihrer Größten ärmer geblieben.
Auch Sir Colin Davis, der jetzt im Alter von fünfundachtzig Jahren gestorben ist, könnte man dafür in den Zeugenstand rufen. Ein Studium am Royal College of Music in London hat man ihm, dem angehenden Klarinettisten, zwar nicht gerade verwehrt - aber ohne Klavierkenntnisse blieb ihm die Dirigentenklasse dieses Eliteinstituts verschlossen. Colin Davis hat dennoch Karriere gemacht, und er ist zu einem der bedeutendsten Dirigenten seiner Generation aufgestiegen.
Sunday, 14 April 2013
El flautista que fue más allá de la partitura
Horacio Franco (Ciudad de México, 1963) no es un flautista de música clásica convencional. Igual que se presenta en escenarios internacionales como el Carnegie Hall de Nueva York y la Sala de la Filarmónica de Berlín, también toca su flauta ante estudiantes de escuelas secundarias públicas de México. No viste el riguroso frac negro asociado a los directores de orquesta, sino camisas de colores eléctricos que dejan entrever su musculatura. Lo mismo ha deleitado al público con la música clásica barroca del siglo XVI, que se ha atrevido a fusionar el sonido de su flauta dulce con el jazz o los Beatles, que ha posado desnudo para calendarios a beneficio de los más desposeídos.
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